En muchas conversaciones cotidianas, suele emplearse la expresión: ¡Ay que ver cómo pasa el tiempo!, dando a entender que hemos llegado a la situación actual sin apenas darnos cuenta. Tras oír esta expresión alguien responde: “el tiempo no, los que pasamos somos nosotros”. Y el resto suele asentir.
Según la R.A.E. (Real Academia de la Lengua Española), tiempo se define como duración de las cosas sujetas a mudanza.
El tiempo implica cambio. Reflexionemos un poco sobre el tiempo del reloj:
El hombre percibe cambios en la naturaleza y que éstos suelen repetirse, es lo que denominamos ciclos; por ejemplo, las estaciones, muy útil para la agricultura. Gracias a estas repeticiones se pueden anticipar las cosechas y predecir el clima de una forma rudimentaria.
Cuando se percibió que se repetía un clima anterior, comenzó a intuirse el concepto de año; posteriormente los científicos descubrirían que se debía al movimiento de traslación de la Tierra. Una vuelta completa alrededor del Sol.
Para hacerlo más útil el año se dividió en meses, éstos en días, los días en horas, minutos y segundos. Actualmente se manejan unidades inferiores en algunos deportes e investigaciones.
Este tiempo de reloj es un importante eje de referencia en la vida cotidiana. Nos permite organizar las actividades y hacerlas más eficientes. Así como facilitar la convivencia, sobre todo para actos que han de realizar varias personas: concertar citas, apertura y cierre de los comercios, inicios de actos públicos, etc.
¿Dónde surge el problema?
Nosotros como seres biológicos que somos, también sufrimos cambios en nuestros cuerpos. Y estos cambios los concretamos mejor si nos basamos en el “tiempo reloj”, pero lo que en realidad percibimos son cambios en nosotros y en nuestro alrededor.
La medida de tiempo que se usa más frecuentemente es el día: hoy, ayer, mañana.
Cuando nos observarmos, somos consciente de nuestros cambios físicos, de ahí que tengamos la sensación que los que pasamos somos nosotros. Pero si reflexionamos un poco intuimos que para percibir estos cambios, existe una facultad interna que nos da la sensación de fijeza (si no, no percibiríamos cambio alguno); por eso la primera impresión es el pasar del tiempo.
¿Cuál de las dos es cierta? Depende de la perspectiva que tomemos, si lo observamos desde la fijeza interior, pasa el tiempo. Pero si salimos de esa sensación y observamos como todo cambia, pasamos nosotros, junto a todo lo demás.
Para aclararnos un poco más, quizás sea más correcto hablar de cambio que de paso.
1 comentario:
Me ha gustado tu reflexión Toi, por eso te dejo este corto comentario sobre el artículo. Con tu permiso guardaré la misma en mi colección de "textos escogidos".
Namaste
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