SALUDOS

Intenté esconder mi "ego". Después pasé a ser "observador"; y ahora soy "INTÉRPRETE".

Consecuentemente toda opinión dada, es una visión muy particular y concreta.

No la tome como cierta, ni falsa; simplemente es, otro punto de vista.

¿QUÉ HORA ES EL MUNDO?

martes, 27 de septiembre de 2011

LA HISTORIA DEL YO. (Una opinión muy personal)

¿Ha pensado alguna vez, como se forma la historia del YO. Ese ser individual que somos, y hace que nos diferenciamos del tú, él, ella o ello?

Si tiene la suerte de tener niños cercanos de 2 a 3 años, obsérvenlos. No tienen “yo” definido, sólo son seres humanos que han llegado a este mundo. Por imitación van aprendiendo lo que son; mejor dicho, lo que llegarán a creer que son.

Observe la influencia social que ejercen los seres humanos más cercanos a él. Son sus modelos. A través de la imitación van registrando en su mente, el lugar que ocupan y lo que son. Todo es aprendido de otros que han tomado de modelo, los cuales han aprendido a ser lo que son, mediante la interpretación del mundo que les rodea.

Esos aprendizajes quedan grabados en su memoria, y posteriormente se convierte en conducta, es lo que se denomina “aprendizaje condicionado”.

Este aprendizaje condicionado es lo que va creando nuestro “YO”. Este “YO” que nos parece tan individual y personal; probablemente sea un “YO social”. Estamos forjados por nuestros genes y nuestro entorno. No en vano Ortega y Gasset comentó: “Soy yo y mis circunstancias”.

En estas condiciones estamos acostumbrados a reaccionar automáticamente ante cualquier estímulo. Pero el sistema nervioso tiene un error extraordinario. Cuando estamos tranquilos, la información pasa por el sistema nervioso central. En ese momento podemos procesar la información más pausadamente. Y otra dimensión entra en nuestras vidas: “El razonamiento”.

Este razonamiento rápidamente se integra para ayudar al “aprendizaje condicionado”. Lo cual es muy efectivo en momentos de peligro. Pero hemos llegado a un nivel social donde esa situación, perfectamente válida en la vida salvaje, pierde su eficacia; ya que la mayor parte del tiempo no tenemos que defendernos, ni huir. Tenemos el lujo de vivir tranquilamente, incluso alcanzando la quietud. Si existe un paraíso terrenal, quizás sea éste. Pues como decía un poeta:

“Dicen que tendremos el cielo
que en la Tierra nos ganemos
pero el premio siempre es triste
porque tienes que morirte
para que lo disfrutemos”.

¡Cuánto sufrimiento en busca de un bienestar, en este caso “el cielo”, que probablemente se encuentre en este mundo terrenal. Más que “cielo” prefiero llamarlo “quietud”, me es más cercana y más fácil de conseguir.

¿Por qué nos cuesta tanto?
Probablemente por el “YO” que nos hemos fabricado.

¿Cómo salir de este ciclo infernal?
Pues aprovechando el sistema nervioso central. Este está presente cuando estamos tranquilos (la tranquilidad está muy cercana a la quietud) y aprendiendo a observar. La práctica de la meditación trascendental es muy eficiente para ésto. Con ello conseguimos usar más el sistema nervioso central que el sistema nervioso autónomo (el gran protector de nuestros ancestros). Y con ello el concepto del “Yo” que es el inicio del “ego”, comienza a desaparecer. Sabes que estás aquí, que tienes cualidades diferentes al resto. Pero también que procedes de la misma esencia y que la eternidad personal es tu presencia (estar presente ahora).
La eternidad general (la supervivencia de la especie) se encuentra en los genes. Si quieres permanecer en forma de cadena de ADN. Tu “yo” desaparece, pues tu descendencia que es la que los portará tendrán su propio “yo”. Si tu obsesión es trascender, sólo podrás hacerlo en el momento presente (que es el único que tienes), y tu “Yo” considéralo una posición social; porque es relativo y cambiante, aunque te parezca permanente. Por eso, identificarte con tu “Yo” te hace desgraciado, pues tu personalidad cambia según las circunstancias, y el “Yo” “muere” a cada instante.

Ésto hace que te sientas desdichado y sufras, pues venimos preparados para sobrevivir. La muerte física sólo se dá una vez, la del “Yo” infinidad de veces. Es bueno des-identificarse de la historia del “yo”, pues nos causa sufrimiento inútil.

El “Yo” nos es muy útil para usarlo socialmente. Pero cuando estamos con nosotros mismos nos produce más daño que beneficio. Disfruta de la historia de tu “Yo” pero no te identifiques con él, pues eres superior a él.

domingo, 25 de septiembre de 2011

LO OCULTO

Al hablar de “ocultismo” tengo la sensación que una fuerza maligna, nos ha ocultado cosas que debíamos saber, y nos pone obstáculos para conseguir nuestros objetivos, como le pasó a Ulises en su Odisea.

Creo que en la naturaleza, no existe nada “oculto”. Nosotros sí podemos ocultarnos, pues tenemos capacidad de decisión. La Naturaleza no tiene esta capacidad; por ello, la maldad no procede de ella. Es nuestra valoración la que categoriza como “bueno” o “malo”; términos muy útiles en la vida cotidiana, pero que también nos llevan a grandes errores.

El axioma: “Si no se ve ni se siente, no existe” fue constantemente puesto en duda por personas, que al intentar dar sus opiniones, fueron tachados de locos.

Si nos situamos en la época comprendemos este error: la lógica intuitiva, nos deduce que lo invisible no existe. No hay que “llevarse las manos a la cabeza”, en la historia científica, pasaron muchos años antes de descubrir los microbios. Si no éramos capaces de percibirlos no tenían existencia; ahora sabemos que siempre han estado ahí.

En la Naturaleza, las cosas están dónde están, pero nuestro cerebro no tiene la capacidad mental de percibirlo todo, por lo que es imposible hacerlo consciente. Pero estamos dotados de la capacidad de deducción, y gracias a que gran parte del Cosmos es repetitivo, usando nuestra mente, podemos anticiparnos a descubrimientos futuros.

La sabiduría humana recopilada a través de miles de años, ha hecho que nuestra mente se amplíe y consideremos como algo normal, que existen “entes” que por ahora somos incapaces de percibir. Sólo habrá que esperar que haya instrumentos capaces para captarlos.

Antiguamente es lógico pensar que estaban ocultos. Ahora prefiero pensar que no hay nada oculto, simplemente mi capacidad es limitada y consecuentemente hay existencias que desconozco; pero que no lo perciba, no quiere decir que no existan.